Independientemente de lo que yo pueda pensar de las penas de excomunión, es curioso como esta sociedad anticlerical, se revuelve contra noticias que para nosotros los cristianos, no lo son. La Excomunión por abortar, la conocemos los cristianos, pero también conocemos que existe la misericordia y esta se impone con el simple acto de reconocimiento de la situación de pecado y Rouco, en los actos de la Jornada mundial de la Juventud, que se celebraran en Madrid, lo único que ha hecho es delegar el perdón en los sacerdotes, un acto que según el derecho canónico, el Obispo puede delegar con condiciones, para que se pueda levantar la excomunión.
En cualquier caso es interesante leer estos dos artículos, publicados en revistas católicas
La excomunión es una pena medicinal de la Iglesia católica para quienes han cometido delitos graves. Entre esos delitos, la Iglesia incluye el aborto, por lo cual quienes provocan la muerte de un hijo en el seno materno incurren en la pena de excomunión (cf. Código de Derecho Canónico n. 1398).
La excomunión es una pena medicinal de la Iglesia católica para quienes han cometido delitos graves. Entre esos delitos, la Iglesia incluye el aborto, por lo cual quienes provocan la muerte de un hijo en el seno materno incurren en la pena de excomunión (cf. Código de Derecho Canónico n. 1398).
Igualmente, y en situaciones particulares, la Iglesia también puede establecer que queden excomulgados aquellos políticos o personas particulares que promueven activamente la aprobación del aborto en un estado concreto o a nivel internacional.
Conviene aclarar el sentido correcto de la excomunión en cuanto pena medicinal (o censura). Como explica el Dr. Mario Medina Balam, Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de México, “las penas medicinales tienen como finalidad inmediata la enmienda del delincuente, para que cese en su contumacia y sea absuelto, por eso la duración de la pena depende del propio delincuente, porque será absuelto cuando se haya arrepentido y haya reparado los daños y escándalos”. En otras palabras, la excomunión por aborto busca “rescatar” a quienes hayan incurrido en un hecho sumamente grave (la muerte de un hijo indefenso antes de nacer), para que pronto regresen al buen camino, se reconcilien con Dios y con la Iglesia.
Algunos consideran la excomunión por aborto como una injerencia de la Iglesia en el mundo político, como un atentado a la legítima laicidad del Estado.
Pensar de esta manera es erróneo. Porque la Iglesia, al establecer la excomunión para los católicos que provocan un aborto, o al declarar que quedan excomulgados quienes promueven la legalización del aborto, está hablando a los creyentes y dentro del ámbito de lo que es propio de la vida cristiana. Es decir, se trata de un acto que se coloca dentro del contexto religioso y en la autonomía legítima que pertenece al mundo de las asociaciones religiosas.
Resulta sumamente extraño y contradictorio, por lo tanto, que haya políticos que se indignan cuando la Iglesia actúa según su propio sistema de organización interna, según el Código de Derecho Canónico que vale para todos los católicos.
Quizá sin darse cuenta, los políticos que acusan a la Iglesia de injerencia al excomulgar a alguien por aborto, son quienes atentan contra la correcta idea de laicidad, al querer imponer sus ideas particulares a la Iglesia, al meterse en asuntos propios de una religión, pues la excomunión no tiene valor legal, sino que vale sólo en la Iglesia para los católicos.
Para llegar al sano respeto entre el mundo del estado y el mundo de la fe, hay que saber distinguir lo que es del César y lo que es de Dios. Por eso, la Iglesia declarará, mientras lo considere oportuno y justo, excomulgados a quienes cometan el grave delito del aborto, o a quienes lo promueven activamente en la vida pública.
Excomulgar a alguien no significa, por lo tanto, emitir una condena política, pues la Iglesia no tiene poder temporal en los países del mundo moderno. Significa simplemente declarar que una persona ha realizado un acto sumamente grave y contrario al Evangelio.
Al mismo tiempo, como vimos al inicio, la Iglesia desea y espera que esa excomunión ayude a recapacitar a las personas, a pedir perdón, a iniciar un camino de arrepentimiento, de conversión y de cambio de vida. Lo cual es plenamente válido dentro de un contexto religioso, que el Estado tiene que respetar, según lo indicado claramente en la Declaración Universal de los derechos humanos (cf. artículo 18).
Fuente: Grupo Gama
Igualmente, y en situaciones particulares, la Iglesia también puede establecer que queden excomulgados aquellos políticos o personas particulares que promueven activamente la aprobación del aborto en un estado concreto o a nivel internacional.
Conviene aclarar el sentido correcto de la excomunión en cuanto pena medicinal (o censura). Como explica el Dr. Mario Medina Balam, Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de México, “las penas medicinales tienen como finalidad inmediata la enmienda del delincuente, para que cese en su contumacia y sea absuelto, por eso la duración de la pena depende del propio delincuente, porque será absuelto cuando se haya arrepentido y haya reparado los daños y escándalos”. En otras palabras, la excomunión por aborto busca “rescatar” a quienes hayan incurrido en un hecho sumamente grave (la muerte de un hijo indefenso antes de nacer), para que pronto regresen al buen camino, se reconcilien con Dios y con la Iglesia.
Algunos consideran la excomunión por aborto como una injerencia de la Iglesia en el mundo político, como un atentado a la legítima laicidad del Estado.
Pensar de esta manera es erróneo. Porque la Iglesia, al establecer la excomunión para los católicos que provocan un aborto, o al declarar que quedan excomulgados quienes promueven la legalización del aborto, está hablando a los creyentes y dentro del ámbito de lo que es propio de la vida cristiana. Es decir, se trata de un acto que se coloca dentro del contexto religioso y en la autonomía legítima que pertenece al mundo de las asociaciones religiosas.
Resulta sumamente extraño y contradictorio, por lo tanto, que haya políticos que se indignan cuando la Iglesia actúa según su propio sistema de organización interna, según el Código de Derecho Canónico que vale para todos los católicos.
Quizá sin darse cuenta, los políticos que acusan a la Iglesia de injerencia al excomulgar a alguien por aborto, son quienes atentan contra la correcta idea de laicidad, al querer imponer sus ideas particulares a la Iglesia, al meterse en asuntos propios de una religión, pues la excomunión no tiene valor legal, sino que vale sólo en la Iglesia para los católicos.
Para llegar al sano respeto entre el mundo del estado y el mundo de la fe, hay que saber distinguir lo que es del César y lo que es de Dios. Por eso, la Iglesia declarará, mientras lo considere oportuno y justo, excomulgados a quienes cometan el grave delito del aborto, o a quienes lo promueven activamente en la vida pública.
Excomulgar a alguien no significa, por lo tanto, emitir una condena política, pues la Iglesia no tiene poder temporal en los países del mundo moderno. Significa simplemente declarar que una persona ha realizado un acto sumamente grave y contrario al Evangelio.
Al mismo tiempo, como vimos al inicio, la Iglesia desea y espera que esa excomunión ayude a recapacitar a las personas, a pedir perdón, a iniciar un camino de arrepentimiento, de conversión y de cambio de vida. Lo cual es plenamente válido dentro de un contexto religioso, que el Estado tiene que respetar, según lo indicado claramente en la Declaración Universal de los derechos humanos (cf. artículo 18).
Fuente: Grupo Gama
Por tanto, la Iglesia no amenaza con la excomunión a quienes promueven o llevan a la práctica el aborto. La Iglesia sólo refiere a los fieles cristianos la norma que existe en el Código de Derecho Canónico que data de 1983”.
El canon 1398 textualmente dice: “Quien provoca el aborto, si este se produce, incurre en excomunión latae sententiae”. La iglesia protege la vida humana incluso del aún no nacido. Debido a lo rechazable de la acción y de que la mayor de las veces se hace en secreto la pena es la excomunión latae sententie, es decir, se da cuando se lleva a cabo el delito, no necesita una declaración pública, se da en el mismo acto”.
El castigo de excomunión recae en todos los que procuran y participan en el aborto y no sólo a la madre que mata o hace matar a su hijo.
Quien legisla a favor del aborto, quienes lo promueven y trabajan para hacerlo realidad, quien lo induce u obliga a la mujer a abortar, el médico, enfermera o persona que lo realiza, y la mujer que lo lleva a cabo reciben la pena de la excomunión. No es un castigo que hoy inventó la Iglesia, es la norma vigente de la misma que entró en vigor el 1983.
Pero la Iglesia, tiene fallos y hombres de Iglesia los cometen, y otros hombres de Iglesia los matizan, esto viene a cuento a raíz de la excomunión dictada por el arzobispo de Olida y Recife, sobre la excomunión a los que ayudaron a abortar a la pequeña brasileña de 9 años. Violada por su padrastro.
Las noticias sensacionalistas, se matizanEn un artículo publicado por el diario del Vaticano, el Osservatore Romano, el presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Mons. Rino Fisichella dice que los médicos que realizaron el aborto a una niña de 9 años de edad, embarazada de gemelos después de haber sido violada por padrastro, no merecían la excomunión.
“Hay otros que merecen la excomunión y el perdón, no los autorizados a ayudar a vivir y a restaurar la esperanza y la confianza, a pesar de la presencia del mal y la maldad de muchos”, escribe monseñor Rino Fisichella, uno de los más cercanos colaboradores del Papa Benedicto XVI y la mayor autoridad del Vaticano en materia de bioética.
Al evaluar, el prelado, el arzobispo de Olinda y Recife, José Cardoso Sobrinho, se apresuró y debería haber sido considerado, en primer lugar, con la pequeña.
“Este caso ganó las páginas de los periódicos sólo porque el Arzobispo de Olinda y Recife se apresuró a declarar la excomunión a los médicos que ayudaron a poner fin al embarazo. Una historia de violencia que, lamentablemente, habría pasado inadvertido si no fuera por el alboroto y las reacciones causadas por el gesto del obispo”.
Según monseñor Fisichella, el anuncio de la excomunión de D. José Cardoso Sobrinho pone en peligro la credibilidad de la Iglesia Católica.
“Es más urgente proteger vidas inocentes y llevarlo a un nivel de humanidad, algo en lo que nosotros, los hombres de la iglesia, debemos ser maestros. No fue así; y por desgracia la credibilidad de nuestra enseñanza se encuentra (ahora) en peligro, porque parece insensible y sin misericordia “, escribe el obispo.
Al evaluar el prelado la práctica del aborto, en este caso, no habría sido suficiente para emitir un dictamen “pesado como un hachazo”, porque había una oposición entre la vida y la muerte.
Reconoce que, debido a la edad y las malas condiciones sanitarias, la niña estaba gravemente en riesgo vital a causa del embarazo. Y justifica a los médicos, que en su opinión, merecen el respeto profesional.
“¿Cómo actuar en esos casos? Es una decisión difícil para los médicos y para la ley moral.
No es posible dar una opinión negativa sin tener en cuenta que la elección de salvar una vida, a sabiendas de que pone en peligro otra nunca es fácil. Nadie llega a tal decisión de forma fácil, es injusto y ofensivo sólo pensar en ello. ”
No es posible dar una opinión negativa sin tener en cuenta que la elección de salvar una vida, a sabiendas de que pone en peligro otra nunca es fácil. Nadie llega a tal decisión de forma fácil, es injusto y ofensivo sólo pensar en ello. ”
Según el Presidente de la Academia Pontificia para la Vida, de acuerdo con moral católica la defensa de la vida humana desde su concepción es un principio esencial.
El aborto no espontáneo siempre fue, y sigue condenado a la excomunión, que es automática.
“Por lo tanto, no era necesaria tanta urgencia en dar publicidad y declarar un hecho en el que se actúa de forma automática, pero sin un gesto de misericordia”
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