miércoles, 9 de febrero de 2011

Simplemente, manos a la obra.

En un accidente, no nos preguntamos a quien atender primero, a un compatriota o a un extranjero, al menos pienso yo. Uno  actúa y trata de ayudar al primero que tiene delante: Analiza a simple vista su estado y trata de mitigar su dolor.
Esto viene a cuento, porque en muchas ocasiones me interpelan con una cuestión: ¿por qué ayudo a jóvenes inmigrantes extutelados, cuando aquí y ahora existen muchas personas con parecidas necesidades?
Quizás tenga que hacer una reflexión para aclarara este término: “jóvenes inmigrantes extutelados”.
Cuando menores de otros países llegan a España, (principalmente marroquíes y subsaharianos) sin familia en nuestro país y sin nadie que se haga cargo de ellos, el Estado tiene obligación por Ley, de tutelarlos y otorgarle medios y conocimientos, como a cualquier español, hasta cumplir su mayoría de edad.
¿Pero qué ocurre después?
Cuando estas personas, a las que el Estado ha destinado una buena cantidad de recursos, para su educación y desarrollo personal,  a través de distintos programas de actuación, (centros de protección, escuelas, educadores, sanitarios, etc.), una vez que alcanzan su mayoría de edad, 18 años, son prácticamente expulsados de los centros, viéndose literalmente en la calle. Sin más recursos que los que ellos se busquen y que en ocasiones  no son los adecuados. Pero tienen que buscarse la vida en una sociedad que en ocasiones los rechaza e incluso los agrede. Se llegó a dar el caso  de estar esperándoles la policía a la puerta del Centro, para capturarlos y expulsarlos a otro país, infringiendo muchas leyes y derechos.
Es tan absurdo como pensar que un chaval, en un gran porcentaje, sin conocer bien la lengua, las costumbres, la cultura, está preparado  con 18 años para defenderse en la vida. Tengo que recalcar, que estos chavales, en su inmensa mayoría no tienen familia, ni referencia en nuestro país.
Que pena nos dan cuando los vemos en televisión,  agarrados a los bajos de un camión o en una patera jugándose la vida, con un desenlace de su viaje, en muchísimos casos, trágico. Pero aquí los abandonamos a su suerte.
La actuación, en la que me involucro, es acogerlos al salir del centro en un  piso. Costeado con el esfuerzo de unos cuantos. Dignificar su vida, cubriendo sus necesidades materiales, (techo, comida, vestido, limpieza) e intentando involucrarlos en programas de formación que les permita integrarse en esta sociedad, con similares oportunidades a las de otros jóvenes.
Es muy gratificante, compartir con estos chavales puntos de vista y situaciones en un plano de igualdad, como en una familia. Es aun más reconfortante cuando los ves  volar, porque ya han conseguido un puesto de trabajo y desarrollo suficiente para independizarse. Es ilusionante, permitir que los recursos que a mí se me  otorgó, encuentre una causa justa para emplearlos en personas muy capacitadas, pero que por el hecho de haber nacido al otro lado del Estrecho, no tuvieron la posibilidad del desarrollo, que aquí tenemos y que en muchas ocasiones desperdiciamos.
Por eso me entrego a estos chavales porque les hace bien a ellos y a mí y no me vale la excusa de que no es oportuno por el momento en que vivimos, con necesidades inmediatas de nuestros compatriotas. También puedo ocuparme de estos, pero con aquellos, debo hacerlo  con celeridad y contundencia, porque su situación es acúciate y están más desamparados.

2 comentarios:

  1. Siempre lo he pensado pero nunca te lo he dicho... Admiro tu fuerza y entereza, admiro tu entrega y humildad en esa ayuda, admiro tu capacidad de aguante y los esfuerzos que haces con esos chicos, esos que tantas veces vemos por las calles y nos es más "cómodo" no pararnos a preguntarnos cómo sobreviven, qué es de ellos, cómo han sido sus vidas hasta llegar aquí o, peor aún, cómo es su día a día.
    Gracias por haber escrito esta entrada.
    Gracias por ser así.

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  2. Gracias a ti por entenderme y solidarizarte tambien con los mas débiles. La opción, no es motivo de orgullo, sino de compromiso y confianza en el ser humano. Sin esto, sinceramente creo que no somos nada. Pasaremos por la vida sin haber recalado en el alma de la gente, sin dejar rastro de lo maravillosa que es la vida y por la que es necesario luchar.
    Un beso

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